Por Odalis F. Marte
@ofmarte
En una disertación presentada en el contexto de una conferencia de alto nivel del Sistema
Monetario Internacional en Zürich, Suiza, el 14 de mayo de 2019, el presidente de la FED de New York, John C. Williams advirtió que la economía
mundial enfrenta dramáticos cambios que inhabilitarían la capacidad de la
política monetaria convencional para responder a futuras recesiones. Según
Williams, la economía mundial observa dos tendencias demográficas evidentes:
las personas generalmente viven más y el crecimiento de la población se está
desacelerando. Por ejemplo, la esperanza de vida general en los países de la OCDE
ha aumentado de unos 65 años en la década de 1950 a casi 80 años en la actualidad,
y se prevé que superará los 90 años para fines de este siglo. A pesar de este
aumento en la longevidad, la disminución de las tasas de natalidad está
paralizando el crecimiento de la población. En los países de la OCDE, el
crecimiento de la población promedió más del 1 por ciento en los decenios de
1950 y 1960, pero ahora está en el medio por ciento anual, y se espera que
disminuya gradualmente antes de caer en cifras negativas para 2070.
Por otro lado, Williams señaló que cuando se trata de
productividad, los cambios no son menos dramáticos. En las economías de la
OCDE, el crecimiento de la productividad laboral - la cantidad producida por
hora de trabajo, ha promediado un poco más del 1 por ciento por año desde 1995,
aproximadamente la mitad del ritmo observado en la década anterior. Un factor
importante que impulsa la desaceleración es una disminución dramática en la
tasa de crecimiento de la "productividad total de los factores", o
TFP, una medida de la innovación y el cambio tecnológico.
Estos cambios globales en la demografía y la productividad
tienen dos implicaciones importantes para el futuro de nuestras economías y
para la política monetaria. Primero, un crecimiento más lento de la población y
la productividad se traduce directamente en un crecimiento económico de
tendencia más lenta. En segundo lugar, estas tendencias han contribuido a una
disminución dramática de la tasa de interés real normal o "neutral" de
largo plazo (r*).
Williams acotó que un crecimiento más lento que el
tendencial reduce la demanda de inversión, mientras que una mayor expectativa
de vida tiende a aumentar el ahorro de los hogares. Esta combinación de una
menor demanda y un mayor suministro de ahorros, junto con otros factores, ha
empujado hacia abajo la r*. Con
mercados de capital abiertos, estos cambios globales en la oferta y la demanda
afectan a r* a nivel mundial.
La disminución global en la r* continuará planteando desafíos importantes para la política
monetaria. Dado el limitado espacio de política monetaria para recortes de
tasas de interés en futuras desaceleraciones, las recuperaciones serán lentas y
la inflación por debajo de la meta. La limitación en la capacidad de los bancos
centrales para compensar las recesiones se traduce en un ciclo de
retroalimentación adverso, por el cual las expectativas de baja inflación
futura reducen la inflación actual y reducen aún más el espacio de políticas
disponible.
Los formuladores de políticas de todo el mundo deben
prepararse para los desafíos de navegar por las nuevas realidades del lento
crecimiento mundial y las bajas r*.
Esto requiere nuevas ideas y enfoques para las políticas monetarias, fiscales y
otras políticas económicas.
A partir de la política monetaria, los bancos centrales
deben revisar y reevaluar sus marcos de políticas, estrategias y kits de
herramientas, para maximizar la eficacia en un mundo de bajas r*.
Williams argumenta que, fuera de la política monetaria, hay
una serie de vías por las cuales las autoridades fiscales pueden aumentar la resiliencia
de las economías a los choques negativos. Una es fortalecer los
“estabilizadores automáticos” que proporcionan un impulso a la economía durante
una recesión. Una segunda es alinear las
decisiones de gestión de la deuda más con la política monetaria. Por
ejemplo, durante una desaceleración, la autoridad fiscal podría optar por
acortar la duración de la emisión de deuda para reforzar los efectos de la
flexibilización cuantitativa del banco central. En tercer lugar, las políticas
de regulación y supervisión que apoyan la resiliencia del sistema financiero
pueden limitar los efectos económicos de los choques negativos.
Finalmente, Williams recomienda que las políticas fiscales y
otras políticas económicas pueden atacar directamente las fuentes de
crecimiento lento y baja r*. Esto
incluye aumentar la inversión pública y privada en capital humano y físico,
infraestructura, ciencia y tecnología, y políticas dirigidas a eliminar las
barreras a la participación en la fuerza laboral y la economía en general.
Referencia
Williams,
John C. When the Facts Change…14 de mayo, 2019. https://www.newyorkfed.org/newsevents/speeches/2019/wil190514