@ofmarte
En diciembre 2015, centenares de países pactaron el Acuerdo de París sobre cambio climático. Bajo este tratado, nos comprometimos a mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 2 grados Celsius respecto a la época preindustrial lo implica elevar flujos financieros, la capacidad de gestión y las tecnologías para la transición hacia una economía baja en emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). El Acuerdo de París sobre cambio climático recoge los compromisos asumidos por los distintos países para contribuir a reducir sus emisiones de GEI en porcentajes de entre 20% y 35% para 2030 y así impedir que la temperatura se eleve más de 2 grados centígrados (preferiblemente en no más de 1.5 grados) con respecto a la era preindustrial en los próximos 84 años.
En el caso de la República Dominicana, luego de la ratificación del Acuerdo, el país se comprometió a reducir sus emisiones de GEI en 25% de las emisiones per cápita para el 2030, según lo establecido en la Estrategia Nacional de Desarrollo, condicionado a la disponibilidad de recursos financieros. Dicho compromiso requiere, entre otras cosas, de mucha voluntad política, capacidad técnica y, sobretodo, financiamiento. En efecto, reducir en 25% las emisiones que implicaría un costo anual de transición estimado en el año 2013 en casi 2% del Producto Interno Bruto dominicano (Shultz y Aguilar Garza (2013): Venciendo las barreras a las finanzas del clima – Logros y próximos pasos en la República Dominicana. PNUMA/USAID), razón por la cual el compromiso dominicano está sujeto a la disponibilidad de recursos provenientes de distintas fuentes, principalmente de la cooperación internacional.
No obstante, luego de alcanzado el Acuerdo de París, una de las mayores dificultades del proceso de negociación sobre la implementación de dicho tratado ha sido precisamente el financiamiento en vista de que los países desarrollados presentan condiciones relativamente difíciles para facilitar fondos a los países en desarrollos para reducir sus emisiones, adaptarse al cambio climático y solventar los daños y pérdidas producidos por los fenómenos relacionados con las alteraciones del clima.
En ese sentido, países como la República Dominicana deben buscar movilizar ahorro interno de manera productiva a fin de que el sector privado invierta en proyectos redituables que contribuyan al objetivo de reducir las emisiones de GEI. De acuerdo al Inventario Nacional de emisiones de GEI, las principales fuentes emisión en RD son Energía (incluyendo generación eléctrica y transporte), Agricultura y Uso de Suelos, Residuos y Procesos Industriales. De este modo, las actividades económicas vinculadas a los sectores energético, transporte, reciclaje y manejo de residuos, agricultura, construcción, entre otros, llevamos de manera sostenible deberían ser foco de inversión privada.
La masa de ahorro de los fondos de pensiones y del ahorro privado en general en RD pueden ser canalizado utilizando algunos de los vehículos financieros y de inversión prescritos en las regulaciones financieras y del mercados de valores: Fondos de Inversión, Fideicomisos, entre otros, así como prácticas de Angel Investors, Crowd Funding y otras ideas innovadoras que sirvan para movilizar fondos privados para las inversiones climáticas redituables.
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