martes, 12 de noviembre de 2019

Ahorrar no solo nos hace bien, también ayuda contra el cambio climático


Por Odalis F. Marte

El ahorro es la parte del ingreso disponible que no se gasta. Sabemos que el ahorro se puede acumular en el tiempo y utilizarse para la inversión, con lo cual se incrementa la riqueza material. No obstante, también, de manera coloquial, solemos designar la acción de racionalizar o economizar los recursos como algo que nos ayuda a ahorrar. Por ejemplo, si conduzco mi carro a una velocidad moderada, entonces se consume menos combustibles y, alarga la vida útil del vehículo, por lo que eso me ayuda a ahorrar.

Ese mecanismo de ahorro es esencial para que un ciudadano o ciudadana, cuidando de su salud financiera, aporte con la reducción de la contaminación ambiental que está produciendo el calentamiento de la tierra, que es el cambio climático. Me explico: como consumidores tenemos el poder de ayudar un poco, según nuestras posibilidades, con nuestras decisiones de compra y de ahorro. Solo necesitamos un hacer un esfuerzo relativamente pequeño.

Nuestras decisiones de consumo

Como consumidores tenemos el poder de decidir qué compramos y cómo utilizamos los bienes y servicios que adquirimos para satisfacer nuestras necesidades. Con nuestra conducta de consumidor podemos contribuir con la reducción de las emisiones de gases y basuras contaminantes. Ya pusimos el ejemplo de cómo conduciendo a una velocidad moderada podemos ayudar al clima. Lo mismo podría suceder si tomamos medidas para minimizar nuestro consumo de electricidad, incluyendo el uso de los acondicionadores de aire a temperaturas inferiores a los 22 grados centígrados. También la reducción del uso de bolsas y envases plásticos, la menor generación de basura y la racionalización en el exceso de consumo de agua mejoraría la sostenibilidad de nuestros hábitos y nos ayudaría a ahorrar dinero.



El ahorro y el consumo responsable es bueno para nosotros

Como agentes económicos con cierta racionalidad, tendemos a ahorrar por algún propósito bajo el entendido de que obtendremos mañana un mayor beneficio por postergar el consumo de hoy. De este modo, podemos ahorrar para ayudar con la adquisición de un bien mueble o inmueble en algunos meses o años, o incluso ahorramos para vivir cómodamente durante nuestra vejez, entre otras motivaciones no menos loables. En ese sentido, se puede afirmar que el ahorro contribuye con nuestro bienestar.

Como el bienestar de una sociedad se puede comprender como la suma del bienestar promedio de los individuos y familias que conforman la sociedad, los esfuerzos que individualmente hacemos para, honradamente, aumentar la calidad de nuestras vidas hacen bien a nuestra colectividad. Es por eso que los ajustes a nuestro estilo de vida que nos permitirían ahorrar podrían convertirse, además, en contribuciones personales al mejoramiento del medio ambiente en el que vivimos y en la reducción de las emisión de gases contaminantes como el dióxido de carbono.

En resumen, ¿qué hacer para ahorrar más dinero y contribuir con un mejor clima?

Muchos habremos escuchado sobre el enfoque de Reducir, Reciclar, Reutilizar, las llamadas Tres Erres de la economía circular. Algo de ese enfoque podemos adaptar a nuestra cultura de ahorro. Como ciudadanos podemos ahorrar dinero al reducir nuestro consumo de combustibles y otras fuentes de energía provenientes del petróleo y otros fósiles. Cuando fuera posible, hacer cambios en la dieta para ingerir más alimentos de origen vegetal (por cierto, comer menos y mejor podría ser bueno para ahorrar y tener mejor salud), y reducir el consumo de productos que generan mucha basura.

Podemos hacer un inventario de bienes que podemos reciclar y no solo no referimos a envases, sino también a prendas de vestir y cachivaches de todo tipo. Y, por último, educarnos sobre qué productos son re-utilizables para nosotros o para otras personas. En muchas casos podría ser bueno considerar poseer menos cosas de las que podemos prescindir.

Definitivamente, ahorrar en la proporción que nos sea posible puede ser muy bueno para nuestro propio bienestar y para nuestro medio ambiente.  


viernes, 18 de octubre de 2019

Apuntes sobre dolarización

Por Odalis F. Marte
@ofmarte



La dolarización de una economía se manifiesta en la preferencia de los agentes económicos en utilizar una moneda extranjera para algunas de las funciones básicas del dinero, ya sea en el mercado de bienes, el mercado de trabajo o en el sistema financiero[1]. El proceso de dolarización experimentado por muchas economías de países en desarrollo, corresponde, en gran medida, a los esfuerzos de los agentes económicos de preservar el valor de sus activos expresándolos en una unidad monetaria relativamente estable en el largo plazo. La devaluación del numerario doméstico y la inflación conllevan a una destrucción de riqueza expresada en moneda extranjera. A pesar de los esfuerzos de política económica y los avances en el mantenimiento de la estabilidad de precios en muchas de estas economías, la necesidad evidente de avanzar en materia institucional de forma que las políticas públicas sean conocidas y estables en el tiempo, produce una actitud de precaución en las decisiones de ahorro e inversión así como en la composición de los activos y pasivos de los agentes económicos[2].

La deficiencia proveniente de la limitada confianza en la estabilidad de la política económica en el largo plazo es compensada parcialmente mediante el exceso de rendimientos de los activos denominados en moneda nacional con respecto a aquellos denominados en moneda extranjera, así como, en algunos casos, mediante el establecimiento de esquemas de indexación al tipo de cambio con respecto al dólar estadounidense. Los agentes económicos mantienen sus reservas respecto a la confianza que les asignan al estado de las políticas fiscal y monetaria, aunque conceden cierto grado de credibilidad a las autoridades que han podido mantener estables las principales variables macroeconómicas.

La adopción de regímenes monetarios y cambiarios que obligan a la libre convertibilidad de la moneda a algún tipo de divisa o valor de aceptación universal  (patrón bien, patrón oro o libre convertibilidad con respecto a alguna moneda dura), constituyen formas de regular o controlar el monopolio estatal  en la producción de dinero.

En principio, la dolarización consiste en una fijación creíble[3] del tipo de cambio de carácter irreversible[4]. Por esta razón aplican, para su análisis, los requisitos convencionales para el buen funcionamiento de una economía bajo un sistema de tipo de cambio fijo con caja de conversión[5]. Estos requisitos son: balance fiscal equilibrado; sistema financiero fuerte, bien supervisado y con amplia presencia de la banca extranjera; mercado laboral flexible; sector exportador fuerte y diversificado, con relativa baja dependencia en commodities; y clima de inversiones adecuado tanto para el capital doméstico como para la inversión extranjera.

En ese orden, es importante considerar ciertas características deseables en una economía para lograr la meta de la dolarización. En primer lugar, en un sistema de tipo de cambio fijo la emisión monetaria por parte del banco central es controlada mediante la convertibilidad del peso en la divisa extranjera a la que se fije el tipo de cambio[6]. Mantener el tipo de cambio fijo implica que las autoridades se comprometen a conservar estable la masa monetaria y, de violar este compromiso, pagarían un costo político por no cumplir con esta obligación. De este modo, en la medida en que el costo político hace creíble el compromiso de mantener la paridad, se producirá un aumento en la demanda por dinero.

Una forma más rígida de fijación de tipo de cambio (más cercana a la dolarización) lo constituye el establecimiento de una caja de conversión. En este caso se prohíbe por ley modificar el tipo de cambio, así como se prohíbe la emisión de dinero sin el respaldo correspondiente de reservas denominadas en la divisa a la que se fija el tipo de cambio. Adicionalmente, la fijación permanente del tipo de cambio inhibe al gobierno de utilizar la política monetaria para la consecución de objetivos macroeconómicos.

Dolarización en el sistema financiero de la República Dominicana

El proceso de dolarización en el sistema financiero dominicano se puede considerar como reciente[7]. Aunque la RD no ha experimentado episodios de hiperinflación, ha registrado importantes desequilibrios macroeconómicos en los períodos 1983-1985, cuando se abandonó el régimen de tipo de cambio fijo y se adoptó un sistema cambiario de flotación manejada[8]; 1987-1991, cuando el país tuvo que encarar importantes reformas, y 2003-2004, cuando experimentó una crisis financiera nacional que costó, inicialmente, cerca de 20% del PIB. Estos desequilibrios condujeron a importantes niveles de devaluación e inflación lo cual impulsó una mayor dolarización de su sistema financiero.

Durante el período 1989-1990, la política fiscal expansiva y su monetización contribuyeron a la desestabilización de la economía arribando a un déficit en la balanza de pagos insostenible que culminó en una suspensión de pagos.  En 1990, la RD experimentó el nivel más alto de inflación registrado en su historia (79.9%), con un déficit fiscal de 4.7% del PIB, déficit en cuenta corriente de 2.6% del PIB y una caída del producto de -5.5%. Durante la década de los 1980, el peso dominicano experimentó una tasa de devaluación acumulada de 268.8%. Esta inestabilidad fue acompañada por una crisis financiera de proporciones significativas.

En agosto de 1991, la RD inició  un proceso de estabilización el cual incluyó la aprobación de un acuerdo Stand-By por el Fondo Monetario Internacional por 19 meses, con el que se perseguía restaurar el equilibrio de la balanza de pagos, reducir las presiones inflacionarias y crear condiciones para el crecimiento económico.

La estabilización así como las subsiguientes reformas estructurales contribuyeron a triplicar la tasa de crecimiento promedio del PIB al pasar de 2,3 %, en la primera mitad de los 1990, a 7,7% en la segunda mitad de esa década. Este crecimiento fue acompañado de tasas de inflación de un solo dígito (6,5% en promedio durante el período 1996-2000) y desequilibrios en las cuentas fiscal y de balanza de pagos manejables[9]. A partir de 2001, la economía dominicana enfrentó los embates de choques externos originados en los incrementos en los precios internacionales del petróleo, la desaceleración de la economía estadounidense y los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos (EEUU); esas perturbaciones se aunaron a los desequilibrios fiscales internos. La quiebra de importantes bancos implicó un costo de rescate ascendente al 20.3% del PIB y un aumento de la emisión monetaria en 101.6% con respecto a 2002 lo cual produjo una inflación de 42.7% en 2003.

La preferencia de los agentes económicos a realizar algunas de sus transacciones bancarias en moneda extranjera se corresponden con una estrategia de protección del valor de los activos financieros ante eventos de depreciación e inflación. La apertura de cuentas de ahorro y a plazos en dólares en la RD se inicia en la segunda mitad de la década de los 1990 y experimentó un crecimiento sostenido acelerado durante en la pasada década.

El nivel de dolarización medido por medio de indicadores de sustitución de activos, tales como la razón depósitos en moneda extranjera sobre depósitos en moneda nacional, así como la razón depósitos a plazo en ambas monedas, muestra qué tanto el uso de moneda extranjera va sustituyendo a la moneda nacional en la función de depósito de valor del dinero.  A pesar de la inestabilidad cambiara experimentada entre 2002 y 2004, solamente los depósitos en cuenta de ahorro tendieron a dolarizarse, al pasar de una relación de 48 centavos de cada peso depositado denominado en moneda extranjera en 2002 a 80 centavos por cada peso depositado denominado en moneda extranjera en 2003. En 2004, por cada peso depositado en cuenta de ahorro en el sistema financiero nacional, había el valor de un peso con nueve centavos depositados en moneda extranjera y a mediados de febrero de 2005, la relación era de 1 a 1.15. Para el caso de los depósitos a plazo, el proceso de sustitución de activos tendió a decrecer debido a las altas tasas de interés impulsadas por el Banco Central de la República Dominicana.

El indicador de sustitución de pasivos muestra una tendencia decreciente debido a las restricciones al crédito impuestas por la política monetaria así como debido a la incertidumbre en el mercado financiero y la inflación amenazaban al sistema financiero en su función de intermediación. En 2003, de cada peso prestado había 58 centavos denominados en moneda extranjera. Esta relación cayó una relación de 1 a 0.37 en 2004.

El nivel de dolarización financiera comparativamente bajo en la RD podría explicarse en cierta medida en los relativamente largos períodos de escasa fluctuación cambiaria y no haber experimentado niveles de inflación extraordinariamente altos por un largo período de tiempo. Además, con el propósito de contrarrestar los efectos inflacionarios del exceso de oferta de dinero, el BCRD ha colocado certificados de inversión por un monto superior a RD$122 mil millones a tasas de interés muy atractivas[10] lo cual contribuyó a que se mantuviera pesificado una proporción considerable del ahorro privado. Sin embargo, en la presente coyuntura, el relativamente bajo nivel de dolarización podría también atribuirse a la fuga de capitales producto de la incertidumbre que generan las crisis financieras[11].

En la medida en que la economía dominicana vaya estabilizándose es de esperarse el retorno de capitales que antes hubieran salido producto de la incertidumbre. En ese orden, el grado de dolarización de los depósitos podría depender de si una proporción importante del capital retornado entra en el sistema financiero en forma de depósitos denominados en moneda nacional o en moneda extranjera. El proceso de apreciación que ha observado el peso a partir de agosto de 2004 y la credibilidad de las políticas de estabilización jugarán un papel determinante en ese resultado.  

¿Es la dolarización realmente ventajosa?

Las ventajas de una dolarización más frecuentemente mencionadas se refieren a las ganancias provenientes de eliminar la posibilidad de que las autoridades nacionales creen inflación mediante la política monetaria por lo que la inflación doméstica tendería a ser parecida a la de EEUU y la tasa de interés doméstica sería igual a la estadounidense más una prima por riesgo-país. Adicionalmente, existen potenciales ganancias de eficiencia en el comercio bilateral al transarse con una única moneda.

Dentro de las desventajas, se mencionan las pérdidas de señoreaje y de la condición del banco central como prestamista de última instancia, salvo abundancia de reservas internacionales netas. 

Edwards y Magendzo (2001) y Klein (2002) encuentran una pobre evidencia de ganancias en crecimiento sostenido y mayor comercio con EEUU en los países dolarizados. Edwards y Magendzo, por un lado, encuentran resultados satisfactorios para los países dolarizados en materia de inflación en comparación con los países no dolarizados. Estas ganancias de inflación, sin embargo, son contrarrestadas por las tasas de crecimiento relativamente bajas que presentan los países dolarizados, como resultado de las dificultades que presentan estas economías para amortiguar los choques externos negativos. Klein (2002), por otro lado, encuentra que la dolarización no incrementa significativamente el comercio de la economía dolarizada con los EEUU. Más aun, los efectos derivados de una dolarización, según este autor, no son marcadamente distintos a los de fijar el tipo de cambio.

República Dominicana: Indicadores de dolarización portafolio de los agentes económicos

Sustitución de Depósitos
Sustitución de Préstamos
Total ME/ Total MN/1
Otros ME/ Otros MN/2
ME / Total
2000
22.7%
31.3%
17.0%
2001
28.5%
39.7%
19.1%
2002
34.6%
46.0%
23.7%
2003
36.9%
51.2%
29.8%
2004
33.6%
45.7%
21.5%
2005
33.2%
46.4%
18.4%
2006
30.6%
45.6%
12.9%
2007
29.3%
43.9%
13.9%
2008
31.1%
43.5%
17.0%
2009
29.6%
42.6%
16.3%
2010
33.2%
46.1%
18.0%
2011
33.6%
46.2%
17.4%
2012
35.4%
48.0%
20.8%
2013
35.9%
49.6%
24.4%
2014*
35.8%
48.8%
23.5%
*A junio 2014
1/Incluye Transferibles y Otros
2/Otros depósitos incluye de Ahorro y a Plazo

¿Es factible una dolarización de la economía dominicana?

Para considerar la posibilidad de una dolarización plena de la economía dominicana, es preciso evaluar  la experiencia probada de otros países así como estudiar los pros y contras de una reforma de tal envergadura.  Cabe cuestionarse si la RD forma un área monetaria óptima con los Estados Unidos, cómo establecer los mecanismos de amortiguamiento de choques externos que requiera de ajustes de tipo de cambio real y qué pasaría, por ejemplo, con los sectores generadores de divisas ante una apreciación del dólar como consecuencia de la aplicación de una política restrictiva por parte del banco central estadounidense. Como economía pequeña y abierta, exportadora de bienes primarios y de servicios, la RD está expuesta a constantes choques externos que requieren de agilidad de ajuste en su tipo de cambio real para mantener su nivel de competitividad.

Del mismo modo, debe aclararse quién asumirá la función de prestamista de última instancia, función que podrían asumir las casas matrices de los bancos extranjeros que operen en el país, esto implicaría una apertura del mercado financiero dominicano a la banca extranjera. Como en una economía dolarizada las funciones del banco central son mínimas, entonces es preciso un régimen de supervisión bancaria estricto dado que no habría rescate ante quiebra de bancos.

Dada la escasa disponibilidad de reservas internacionales por parte de la RD, podría contemplarse la libre competencia de monedas donde el dólar adquiera la calidad de moneda de curso legal conjuntamente con el peso, permitiendo que el mercado asigne a cada moneda un uso consistente con la eficiencia de cada una en las transacciones y como depósito de valor[12].

La decisión de dolarizar una economía requiere de considerar varias reformas adjuntas, algunas de las cuales podrían ser de dudosa factibilidad política. Ante esta disyuntiva, probablemente, valdría la pena considerar la alternativa de una mayor reforma institucional en el ámbito de la formulación de las políticas económicas. Una mayor independencia en el diseño e implementación de la política monetaria facilitaría la implementación de un régimen de administración de la política monetaria completamente comprometido con la estabilidad de precios.

¿Dolarización o completa autonomía del Banco Central?

Probablemente, la alternativa de una mayor reforma institucional en el ámbito de la formulación de las políticas económicas podría ser una mejor idea. Nos referimos a la total autonomía del Banco Central. El establecimiento de una autoridad monetaria completamente independiente de la autoridad política facilitaría el establecimiento de un régimen de administración de la política monetaria totalmente comprometido con la estabilidad de precios. Existe abundante bibliografía y experiencias exitosas que corroboran los beneficios inherentes a una autonomía del banco central[13], tanto en el abatimiento de la inflación como en la credibilidad de las autoridades del Banco Central, sin importar el ciclo político que experimente el país. A la luz de ese acervo, los dominicanos podrían abordar unas reformas que responda mejor a las necesidades de mantenimiento de la estabilidad macroeconómica de largo plazo.

Referencias

  • Álvarez, Roberto. “Dolarización Financiera en América Central”. Banco Interamericano de Desarrollo, 2003.

  • Berg, A. y Borensztein, E. “Plena dolarización: ventajas e inconvenientes”, Fondo Monetario Internacional, Washington. 2000.

  • Brea, H., Dávalos, M. y Santos, I, “La dolarización, evaluación teórica y práctica”, Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, Santo Domingo, 2001.

  • Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), “Economía y Desarrollo Social en la República Dominicana: Los Retos a Inicios del Siglo XXI”. México, 2002.

  • De Nicoló, Gianni; Patrick Honohan y Alain Ize. “Dollarization of the Banking System: Good or Bad?” IMF 2003.

  • Edwards, S. y Magendzo, I, “Dollarization and economic performance: what do we really know?”, Banco Central de Chile, 2002.

  • Estadísticas monetarias del Banco Central de la República Dominicana, 2001-2005.

  • Fontaine, Juan Andrés, “Official versus expontaneous dollarization”, Cato Institute, Washington, D.C., 2000.

  • Hanke, Steve, “The Dominican Republic Resolving the Banking Crisis and Restoring Growth”. CATO Institute, 2004.

  • Klein, Michael, Dollarization and trade, National Bureau o Economic Research, 2002.

  • K.J. Courts, H. Guiliani Cury y F. Pellerano, “Stabilisation Programmes in the Dominican Republic” International Institute for Labour Studies (International Labour Organization). 1986.

  • Ossa, Fernando, “Sistemas Monetarios Internacionales”, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, 2002.

  • Rojas-Suárez, Liliana. La dolarización en El Salvador: Logros y desafíos para el desarrollo económico. Conferencia magistral, San Salvador 2002.

















[1] Cabe recordar que las funciones básicas del dinero definidas por la teoría económica son: Unidad de cuenta, depósito de valor y medio de cambio.
[2] De Nicoló, Honohan e Ize (2003) encuentran que la credibilidad de las políticas macroeconómicas y la calidad de las instituciones son determinantes claves de las variaciones en el grado de dolarización en diferentes países.
[3] Se puede decir “creíble” porque se elimina la posibilidad de producir una devaluación por parte de las autoridades monetarias.
[4] Dado que los procesos de dolarización surgen como resultado de crisis macroeconómicas profundas, constituyen una solución extrema a la falta de credibilidad de las políticas de estabilización. Sin embargo, la historia registra el caso de Liberia, país africano que, después de dolarizar su economía en 1944, sustituyó el dólar por una moneda nacional en 1983. Ver Edwards y Magendzo (2001.)
[5] Una caja de conversión constituye una forma más dura de tipo de cambio fijo menos extrema que la dolarización, sin embargo, en la práctica es muy similar a la dolarización. Ver Fontaine (2000.)

[6] Este mecanismo puede funcionar adecuadamente si la tasa a la que se fija la convertibilidad se mantiene a lo largo del tiempo y no sufre devaluaciones periódicas que hacen el tipo de cambio transitoriamente fijo. Ver Ossa (2002.)
[7] Sin embargo, más de dos décadas antes de la fundación del Banco Central de la República Dominicana en 1947, la economía dominicana estaba totalmente dolarizada.
[8] Para un análisis sobre el proceso que acompañó la inestabilidad macroeconómica y el plan de estabilización aplicada con asistencia del FMI, ver Courts, Guiliani Cury y Pellerano, (1986).

[9] Para un análisis del notable desempeño de la economía dominicana en la década de los 1990, consultar CEPAL (2002).

[10] El BCRD llegó a acordar tasas de hasta 60% de interés anual para los certificados de inversión (CI) en algunas subastas. Los CI representaban un déficit cuasifiscal anual cercano a RD$30,000 millones a mediados de 2004.
[11] En medio del ambiente de desconfianza que afectó la economía dominicana hasta mediados de agosto de 2004, el tipo de cambio experimentó una sobre-reacción al colocarse en 54 pesos por dólar en febrero de 2004, para descender a alrededor de 38 pesos por dólar en septiembre del mismo año.
[12] Ver Hanke (2004).
[13] Cabe mencionar las conocidas experiencias de Nueva Zelandia y Chile.

martes, 14 de mayo de 2019

Tendencia al envejecimiento y baja productividad laboral reducirían tasas reales, crecimiento económico e inflación


Por Odalis F. Marte
      @ofmarte

En una disertación presentada en el contexto de una conferencia de alto nivel del Sistema Monetario Internacional en Zürich, Suiza, el 14 de mayo de 2019, el presidente de la FED de New York, John C. Williams advirtió que  la economía mundial enfrenta dramáticos cambios que inhabilitarían la capacidad de la política monetaria convencional para responder a futuras recesiones. Según Williams, la economía mundial observa dos tendencias demográficas evidentes: las personas generalmente viven más y el crecimiento de la población se está desacelerando. Por ejemplo, la esperanza de vida general en los países de la OCDE ha aumentado de unos 65 años en la década de 1950 a casi 80 años en la actualidad, y se prevé que superará los 90 años para fines de este siglo. A pesar de este aumento en la longevidad, la disminución de las tasas de natalidad está paralizando el crecimiento de la población. En los países de la OCDE, el crecimiento de la población promedió más del 1 por ciento en los decenios de 1950 y 1960, pero ahora está en el medio por ciento anual, y se espera que disminuya gradualmente antes de caer en cifras negativas para 2070.


Por otro lado, Williams señaló que cuando se trata de productividad, los cambios no son menos dramáticos. En las economías de la OCDE, el crecimiento de la productividad laboral - la cantidad producida por hora de trabajo, ha promediado un poco más del 1 por ciento por año desde 1995, aproximadamente la mitad del ritmo observado en la década anterior. Un factor importante que impulsa la desaceleración es una disminución dramática en la tasa de crecimiento de la "productividad total de los factores", o TFP, una medida de la innovación y el cambio tecnológico.
Estos cambios globales en la demografía y la productividad tienen dos implicaciones importantes para el futuro de nuestras economías y para la política monetaria. Primero, un crecimiento más lento de la población y la productividad se traduce directamente en un crecimiento económico de tendencia más lenta. En segundo lugar, estas tendencias han contribuido a una disminución dramática de la tasa de interés real normal o "neutral" de largo plazo (r*).

Williams acotó que un crecimiento más lento que el tendencial reduce la demanda de inversión, mientras que una mayor expectativa de vida tiende a aumentar el ahorro de los hogares. Esta combinación de una menor demanda y un mayor suministro de ahorros, junto con otros factores, ha empujado hacia abajo la r*. Con mercados de capital abiertos, estos cambios globales en la oferta y la demanda afectan a r* a nivel mundial.

La disminución global en la r* continuará planteando desafíos importantes para la política monetaria. Dado el limitado espacio de política monetaria para recortes de tasas de interés en futuras desaceleraciones, las recuperaciones serán lentas y la inflación por debajo de la meta. La limitación en la capacidad de los bancos centrales para compensar las recesiones se traduce en un ciclo de retroalimentación adverso, por el cual las expectativas de baja inflación futura reducen la inflación actual y reducen aún más el espacio de políticas disponible.

Los formuladores de políticas de todo el mundo deben prepararse para los desafíos de navegar por las nuevas realidades del lento crecimiento mundial y las bajas r*. Esto requiere nuevas ideas y enfoques para las políticas monetarias, fiscales y otras políticas económicas.

A partir de la política monetaria, los bancos centrales deben revisar y reevaluar sus marcos de políticas, estrategias y kits de herramientas, para maximizar la eficacia en un mundo de bajas r*.
Williams argumenta que, fuera de la política monetaria, hay una serie de vías por las cuales las autoridades fiscales pueden aumentar la resiliencia de las economías a los choques negativos. Una es fortalecer los “estabilizadores automáticos” que proporcionan un impulso a la economía durante una recesión. Una segunda es alinear las decisiones de gestión de la deuda más con la política monetaria. Por ejemplo, durante una desaceleración, la autoridad fiscal podría optar por acortar la duración de la emisión de deuda para reforzar los efectos de la flexibilización cuantitativa del banco central. En tercer lugar, las políticas de regulación y supervisión que apoyan la resiliencia del sistema financiero pueden limitar los efectos económicos de los choques negativos.

Finalmente, Williams recomienda que las políticas fiscales y otras políticas económicas pueden atacar directamente las fuentes de crecimiento lento y baja r*. Esto incluye aumentar la inversión pública y privada en capital humano y físico, infraestructura, ciencia y tecnología, y políticas dirigidas a eliminar las barreras a la participación en la fuerza laboral y la economía en general.

Referencia

Williams, John C. When the Facts Change…14 de mayo, 2019.  https://www.newyorkfed.org/newsevents/speeches/2019/wil190514

miércoles, 10 de abril de 2019

Sol, arena y mar se consigue en cualquier parte

Regularmente el turismo se entiende como un conjunto de actividades económicas dirigidas a servir a los visitantes que vacacionan en alguna parte de la geografía nacional. Está de más decir que la mayoría de esos visitantes son extranjeros. Este conjunto de servicios requiere de una infraestructura física para el alojamiento y el entretenimiento así como el apoyo de los servicios regulares (seguridad, agua, electricidad, telecomunicaciones, etc.) disponibles en el país.

¿Qué buscan los turistas?

Por lo general los turistas buscan entretenimiento y conocer algo nuevo que les saque de la rutina, conociendo lugares exóticos y gentes distintas, entre otras cosas. Sin embargo, el negocio no llega hasta ese límite pues las motivaciones para visitar un país extraño y la amplitud de los servicios ofertados a los visitantes cubren una gama de formas de turismo los cuales van desde los que viajan en busca de servicios de salud, negocios, educación u otro, hasta los que llegan simplemente para asistir a una conferencia de pocos días y, de paso, echarle una "ojeadita" al lugar.

Los turistas traen consigo dinero para gastar. Dependiendo del atractivo del lugar visitado y de la restricción presupuestaria del turista, éste se sentirá motivado a gastar algo de plata durante su visita. Lo importante es que el lugar visitado ofrezca tanto qué hacer y comprar que el turista gaste hasta el último dólar que haya presupuestado para su viaje y se marche contento a casa para recomendar a otros que el lugar donde vacacionó es excelente destino turístico.

¿Qué hace a un país turísticamente atractivo?

Esto le pregunté hace algún tiempo al experto internacional en turismo Peter Goldsmith(*), cuando coincidimos en la ciudad de Santiago de los Caballeros en una visita de negocios y conversamos extensivamente sobre el turismo como actividad económica. De acuerdo a Goldsmith, sol, arena y mar no son suficientes como para hacer de un país un atractivo turístico competitivo, estos elementos existen en distintas partes del mundo y los hay muy buenos, caros y altamente visitados. Lo que hace a un país turísticamente atractivo es su historia, su gente, su ambiente, esas particularidades que hacen al país genuino y único lo cual impresiona al visitante y le hace volver así como recomendar a otros que visiten ese lugar. Además es sumamente importante que el país sea accesible al turista (por vía aérea, terrestre, marítima y por telecomunicaciones) porque de este modo los promotores y operadores internacionales del renglón identificarán oportunidades de negocios redituables, trayendo y atrayendo más turistas.

El turismo no es solamente playa. En la medida en que el país ofrezca las condiciones para que los turistas puedan desplazarse y aventurarse libremente al interior del país visitado, mayores serán posibilidades de que el visitante gaste todo el dinero que presupuestó gastar para su viaje (y hasta más). Por lo tanto el turismo es además organización interna, seguridad, señalización, multiligüismo, etc.

El gasto del turista afecta positivamente a la economía porque contribuye a ampliar el mercado doméstico tanto para la producción nacional como para algunos bienes que se destinan al comercio internacional.

¿Es la pobreza del país un desaliento al turismo?

"De ninguna manera", respondió Goldsmith. El turismo debe ser respetuoso de la dignidad de la gente porque la gente misma es parte del atractivo turístico del país con su amabilidad y su cultura, de lo contrario muchos lugares en Asia, Africa y Latinoamérica los cuales son turísticamente atractivos y visitados no fueran los destinos concurridos que son.

¿Cuál es el turismo deseable y el indeseable?

El turismo indeseable es el que tiende a afectar negativamente la dignidad de la gente del país visitado. Cuando se daña la dignidad de la población se daña el negocio del turismo porque se crea resistencia en los habitantes del país frente a esta actividad económica afectando negativamente el importante atractivo de la gente (su amabilidad).

Es por eso que el negocio del turismo es altamente sensible y delicado, y requiere de una política oficial y empresarial bien coordinada así como un trabajo de organización y formación de la gente (sobretodo en el multilingüismo) bastante dedicado.

El turismo deseable es aquel que no daña la dignidad de la gente (ni su calidad de vida), pero que sí les da oportunidad de progreso el cual depende mucho del ambiente que creen los sectores público y privado en el ámbito de las políticas generales y sectoriales de desarrollo del país.

El turismo no es sólo arena, sol y mar, es gente, organización interna, historia, cultura, multilingüismo, entre otras muchas cosas.

(*) https://www.linkedin.com/profile/view?id=229806886



La multifuncionalidad de la agricultura: ¿raro neologismo para justificar barreras al comercio?


Por Odalis F. Marte
@ofmarte

La agricultura es definida como multifuncional en tanto que esta cumple con funciones adicionales a su rol principal de producción de alimentos y fibras. Estas funciones adicionales incluyen la seguridad alimentaria, la viabilidad rural, la protección del medio ambiente, conservación de suelos, diversidad de los ecosistemas así como la sanidad y fitosanidad nacional. Estas funciones son entendidas como externalidades positivas o beneficios no alimentarios de la agricultura por lo que denominan como “intereses no comerciales” (non-trade concerns –NTC) en la Organización Mundial de Comercio (OMC).

Los defensores de la multifuncionalidad aducen que el sector agrícola representa directa o indirectamente una substancial parte del empleo y, en muchos casos, no existen muchas alternativas de ocupación en el campo fuera de la agricultura. En muchos países la cultura y las tradiciones están arraigadas en la vida rural, por lo que la calidad de la vida del campo así como los problemas sociales y ambientales frecuentemente son consecuencia de los procesos de urbanización por la migración que agranda las ciudades de forma superlativa. Además, la conservación de la biodiversidad  está ampliamente relacionada con la protección del paisaje agrícola. El paisaje rural aporta  valor de esparcimiento al aire libre el cual es un medio de educación medioambiental que armoniza adecuadamente con objetivos de políticas sociales, culturales y otras implementadas principalmente por los países desarrollados.

El incremento del comercio agrícola también aumenta el riesgo de que se introduzcan especies extrañas al ecosistema doméstico las cuales acarrean pestes y enfermedades que pueden afectar los cultivos y otras plantas y animales nativos. Además se entiende que una proporción adecuada de población en el campo dedicada a faenas agrícolas previene la seguridad alimentaria de cualquier choque externo que ponga en crisis el comercio internacional y la economía doméstica.

Frente al supuesto de que los beneficios no alimentarios pueden representar objetivos legítimos de política existe, en contraposición, la postura de que la multifuncionalidad ha sido mal usada como argumento para mantener políticas domésticas distorsionadoras. En los términos de los Acuerdos de la Ronda Uruguay sobre la Agricultura (URAA, por sus siglas en inglés), el apoyo que un país suministra a su agricultura en atención a la multifuncionalidad debería estar relacionada con qué tan ajustada esté su política a los criterios de su denominada “amber box” lo cual constituye un conjunto de políticas que están sujetas a una reducción cuidadosa en el tiempo, bajo los téminos de la URAA. Algunos países pueden incrementar su apoyo a su agricultura sin violar estos acuerdos como, por ejemplo, Estados Unidos, Nueva Zelandia, Cánada y Australia; en cambio, Suiza, la Unión Europea, Japón y Corea del Sur, quienes son los mayores defensores de la multifuncionalidad, tienen poco espacio para ello en vista de la alta protección que ofrecen a sus agriculturas.

Políticas de distorsiones mínimas previstas para los intereses no alimentarios

Un conjunto de políticas pueden ser contempladas para alcanzar los objetivos no alimentarios al calor de la multifuncionalidad de la agricultura. Algunas políticas distorsionan el comercio internacional más que otras. La tabla que se presenta más abajo compara ejemplos de instrumentos de política que tienen poco o ningún efecto distorsionador sobre el comercio, tales como:

·         Políticas que apuntan hacia un objetivo específico de productos no alimentarios que resultan en una mínima distorsión al comercio
·         Políticas que sin crear distorsiones alcanzan adecuadamente sus objetivos
·         Políticas que proveen beneficios no alimentarios indirectamente a través de los mecanismos de mercado las cuales crean mayores distorsiones.



Comparación de políticas de acuerdo a sus efectos sobre los mercados

 

Productos no alimentarios

Medioambiente:

Paisaje rural


Efectos mínimos en el mercado



Compra o transferencia de derechos de uso de la tierra

Altamente distorsionante



Subsidios a la producción que incrementa la rentabilidad relativa de la agricultura con respecto a otros sectores de la economía
Desarrollo Rural:
Viabilidad de las comunidades rurales



Infraestructura rural para apoyar la creación de trabajos no agrícolas

Políticas agrícolas vinculadas a la producción las cuales incrementan el producto en  tanto en zonas rurales como zonas marginales ricas
Seguridad alimentaria:

Asegurar la disponibilidad de oferta de alimentos



Provisión de almacenamiento público de alimentos


Subsidios a la producción para alcanzar la seguridad alimentaria

Fuente: Bohman et al (1999).



Consideraciones finales


Los principales proponentes de la multifuncionalidad son los países desarrollados, principalmente la Unión Europea, Japón y Corea del Sur; quienes mantienen disputas con Estados Unidos sobre liberalización del comercio agrícola.

Los países menos desarrollados que dependen de la agricultura como fuente de generación de riqueza son los mayores perjudicados del proteccionismo agrícola.

Ni la OMC, organismo internacional, o país cuestiona el derecho de las naciones de proteger sus intereses no agrícolas del sector rural, sin embargo, sí se cuestionan los instrumentos de política utilizados para alcanzar sus fines. La mayor problemática que se plantea es que la sobreprotección de la agricultura en atención a su multifuncionalidad se ha estado ejecutando con un alto costo de eficiencia interna la cual se transfiere lastimosamente al exterior mediante la distorsión de los mercados y el impedimento a que los países pobres agroexportadores alcancen una mayor participación en el comercio mundial y de acceder a las nuevas tecnologías agrícolas.