jueves, 13 de agosto de 2015

Crear por ley un sindicato de economistas en la República Dominicana parecería antieconómico

Por Odalis F. Marte
@ofmarte

Los economistas dominicanos debemos enfocar nuestras energías en concebir propuestas razonables para ayudar a resolver los importantes retos que enfrenta la economía nacional, tanto en sentido macro como microeconómico, incluyendo la sostenibilidad fiscal, estabilidad de precios, el equilibrio de las cuentas externas, la crisis energética, la competitividad, el ambiente de negocios, la adaptación productiva al cambio climático, políticas públicas a favor de equidad social y de cuidado a la población más vulnerables, la juventud, la seguridad ciudadana… Son muchos los temas interesantes en los que el análisis económico tiene algo que aportar, pero no: los economistas dominicanos tenemos ahora que ocupar una parte de nuestro tiempo en defender nuestra profesión de un intento de secuestro llamado proyecto de ley que crea el Colegio Dominicano de Economistas (CODECO).

Es interesante notar que la honorable Cámara de Diputados aprobó esa propuesta sigilosamente en la misma sesión en la que aprobó la llamada Ley de Quiebras en la que se satisfizo el reclamo del sector privado de contar con un instrumento legal que permitiera in extremis que una empresa con problemas financieros pueda resolverlos de manera ordenada acordando con sus acreedores un esquema de reordenamiento de sus deudas según establece dicha Ley. Mientras la comunidad empresarial acogía con beneplácito ese avance, los economistas fuimos sorprendidos con la aprobación de forma subrepticia ("palo acechao") de la ley que crea el CODECO, despropósito inncesario porque, más que resolver algo genera un tamaño problema al ejercicio de una profesión floreciente. 

La propuesta de ley CODECO, en su Capítulo VI, artículos 23 al 26, conferiría a ese gremio la facultad de regular la profesión de economista pudiendo imponer la afiliación obligatoria y el pago de cuotas y tasas a esa agrupación. En la propuesta original de los promotores de ese proyecto de ley, un grupo de desconocidos en la comunidad de economistas profesionales, ya habían planteado sus intenciones sindicalizar bajo fuerza de ley a los economistas y extraer rentas de los mismos. Ese espíritu se mantiene en la versión modificada de la propuesta y, peor aún, da lugar a que personas de dudosas credenciales elaboren un reglamento que le daría poderes de mafia.

La propuesta alternativa, que comparto con otros economistas profesionales, es que sean las escuelas de economía de economía las que, de alguna manera, velen por la cualificación de los profesionales de las ciencias económicas. Por ejemplo, pudieran consensuar un estándar de calidad en la formación de los economistas, lo que sería más productivo que tener un sindicato dirigido por desconocidos dentro de la comunidad académica y profesional.

En conclusión, la ley CODECO sujetaría el ejercicio profesional a la regulación de una agrupación gremial acorde con una visión ideológica de izquierda y desprovista de credenciales profionales y académicas para tal fin; desean crear una suerte de sindicato de afiliación obligatoria al que habría que mantener con cuotas pagadas que serían administradas por potencialmente por personeros de desconocida reputación. A nuestro entender, de materializarse esa propuesta, sería muy perjudicial para el desarrollo de nuestra profesión principalmente para los más jóvenes.

viernes, 31 de julio de 2015

El precio del agua debería reflejar su verdadero valor de mercado en la República Dominicana

Por Odalis F. Marte
@ofmarte
Lo primero que se enseña en economía es de la relativa escasez de los bienes y servicios producidos en relación a la gran cantidad de necesidades humanas que estos deben satisfacer. Por esa razón existen los mercados en donde la cantidad de productos ofertados en venta y la cantidad demandada para la compra se equilibran mediante los precios que finalmente los compradores y vendedores acuerdan de manera voluntaria. De este modo, los precios sirven como mecanismo para asignar los recursos en función de su disponibilidad (abundancia o escasez) para servir a las necesidades de la gente. En este sentido, bajo condiciones de relativa libertad de mercado, precios bajos indican abundancia del bien mientras que precios altos denotan escasez.

Dicho esto, el agua es un bien cuyo precio no refleja su relativa escasez en la República Dominicana, más bien, dado su muy bajo precio parecería ser un recurso elevadamente abundante.Pero, lastimosamente, esa no es la realidad. Cabe destacar que me refiero al agua dulce, la que puede ser utilizada para la agricultura y el consumo humano en general.

El agua debería reflejar su verdadero valor de mercado. Su precio no refleja su relativa escasez. No obstante, los hogares y las empresas suelen recibir agua a un precio subsidiado lo cual, combinado con asignaciones presupuestarias que limitan las inversiones necesarias en el sector, entre otras filtraciones habituales de recursos, previenen no sólo una cobertura adecuada del servicio de agua sino que, por el lado de la demanda, existen pocos incentivos para el uso racional del preciado líquido. Es más, una proporción importante de la producción de agua en la República Dominicana se pierde en el proceso de distribución al tiempo que otra proporción se desperdicia en las empresas y hogares usuarios de ese servicio.

El reto de política pública en este caso consiste en lograr un equilibrio entre la capacidad de las entidades productoras de agua para proveer el servicio en cantidad y calidad adecuadas, y los incentivos para el uso racional por parte de los consumidores finales. Este equilibrio implicaría una combinación de mayor asignación de recursos presupuestarios y tecnologías a las entidades productoras de agua, así como valoración adecuada de producto final a precios de mercado. Bajo esta visión de eficiencia de mercado, el Gobierno puede considerar focalizar algún tipo de subvención para los hogares más pobres.

domingo, 12 de abril de 2015

Conducta de pago en los condominios debe reportarse en "Datacrédito"

Los cambios en la dinámica de crecimiento económico desde la segunda mitad de los 90 contribuyeron a la aceleración del proceso de urbanización en la República Dominicana, implicando un uso más intensivo de los espacios en la ciudades al aumentar la densidad de población. Esta condición, en ausencia de planificación urbana, ayudó a crear los incentivos para la destrucción de casas para construir en su lugar edificios de apartamentos.

Los edificios de apartamentos son lugares de residencia multifamiliares, en donde se pueden alojar varios hogares en donde solamente habitaba una familia. Como este proceso ha sido rápido y desprovisto de planificación en las principales ciudades de la República Dominicana, se observa caos en el hábitat general, con pocos espacios de esparcimiento y aparcamiento, así como con dificultad en la organización de los condominios en cuanto a la convivencia y la administración de la propiedad común.

Los problemas de administración y convivencia en los condominios van desde el respecto a las reglas elementales de comportamiento comunitario (incluyendo ruido, uso y cuidado de espacios compartidos...) hasta el pago de las cuotas de mantenimiento para cubrir gastos comunes de aseo, seguridad, ornato y reparaciones. Este último aspecto es sumamente importante en tanto que influye en la conservación de la apariencia y valor de los edificios y sus apartamentos así como en la calidad de vida de sus residentes.

Muy probablemente, las cuotas por mantenimiento sería el principal problema de administración que enfrentan de los condominios en prácticamente todos los niveles de ingresos en la República Dominicana, donde siempre hay algún hogar que paga con retraso sus cuotas y a veces no paga sus obligaciones produciendo grandes inconvenientes para la administración y convivencia en el condominio. 
A pesar de que la República Dominicana cuenta con un marco legal que regula la administración y convivencia en los condominios, parece que la misma ha sido insuficiente para influir decididamente en la conducta de unos pocos residentes de edificios de apartamentos. Probablemente sea hora de probar algo distinto.

Podría ser interesante que se traten algunas medidas alternativas para complementar el marco regulatorio de los condominios y mejorar la convivencia ordenada de sus residentes. Listamos unas sugerencias generales:

1. Que los condominios debidamente constituidos puedan, por vía de sus administraciones, reportar a los burós de crédito la conducta de pago de sus residentes.
2. Que los ayuntamientos busquen la manera de trabajar con las juntas de vecinos para concienciar, así como considerar fortalecer los mecanismos de resolución de conflictos en los condominios por la vía del marco legal vigente.