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martes, 20 de septiembre de 2016

La política monetaria puede contribuir al compromiso nacional ante el cambio climático

Por Odalis F. Marte
      @ofmarte

Existe mayor conciencia de que el cambio climático no es simplemente un problema ambiental sino un gran reto económico. En efecto, el alza de la temperatura global implica importantes alteraciones en las estaciones del año, incluyendo los ciclos de lluvia con mayores inundaciones, las temporadas secas más prolongadas y severas, los inviernos más temperados y el aumento del nivel del mar por los deshielos en los polos del planeta, todo lo cual obliga a cambios de función de producción en la economía mundial.

A pesar de ser los países desarrollados los principales responsables de la contaminación que está alterando los ciclos climáticos, son los países en vías de desarrollo los más afectados y amenazados en su supervivencia. Ejemplo de ello es el caso de América Latina, responsable de aproximadamente  13% de las emisiones de carbono en el mundo, según la Organización de las Naciones Unidas, experimentaría un enorme perjuicio económico por el aumento de la temperatura global. En el caso de la República Dominicana, como estado pequeño insular en vías de desarrollo y con una relativamente alta densidad de población se considera muy vulnerable al cambio climático, la elevación del nivel del mar y los desastres naturales.

Afortunadamente, se están dando los movimientos de conciencia, ciencia, presiones políticas y hasta oportunidades de negocios que están poniendo incentivos para que los principales países aborden el cambio climático con una visión de mitigación, prevención, inclusión y transformación productiva. Bajo estas circunstancias, ¿cómo podría contribuir la política monetaria para sortear los impactos del cambio climático sobre economías como la dominicana?

Para tener una idea de esta potencial contribución es importante aclarar que la política monetaria es el componente de la política económica de un gobierno que se encarga de administrar la cantidad de dinero en la economía procurando que el equilibrio entre la oferta y la demanda de dinero permita un nivel deseado de inflación y un funcionamiento adecuado de los sistemas financiero y de pagos. La institución a cargo de implementar la política monetaria es el Banco Central, el cual puede influir en las tasas de interés que la banca paga por los ahorros y cobra por los préstamos aumentado o disminuyendo la cantidad de dinero en la economía, dado que es la única entidad que puede emitir dinero a nivel nacional.

Un aspecto vital en la lucha contra el cambio climático es precisamente el financiamiento. Dado que, según el Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero de República Dominicana, el sector generador de energía es responsable de aproximadamente el 62% de esos gases en el país. Por consiguiente,  para que los agentes económicos puedan lograr una transformación productiva hacia fuentes limpias de energía y minimizar las emisiones de carbono enfrentan un costo de transición el cual requiere de financiamiento. La movilización de recursos financieros para sustentar la transición desde un sistema de producción intensivo en el uso de energías fósiles hacia un modo en donde prevalezca la utilización de energías no contaminantes. En ese sentido, como ente regulador del sistema financiero, un banco central puede alentar a los bancos a canalizar recursos hacia el sector privado para que éste acceda a tecnologías que les permitan una producción limpia, salvo limitaciones de tipo legales o prudenciales.

Fuente: Comisión Nacional de Energía

Hay países que han diseñado lineamientos para el financiamiento climático en su regulación financiera, como es el caso de Bangladesh, otros han dedicado líneas de crédito para proyectos de energía limpia y han creado sistemas de garantías para f
acilitar el financiamiento bancario al sector privado, como son los casos de países con alto déficit energético como Pakistán. México está utilizando los avances en su mercado de capitales para el diseño de vehículos financieros especialmente bonos para el financiamiento climático.

En la República Dominicana estamos aprendiendo de esas experiencias y analizando las posibilidades que permiten nuestro marco legal. El Banco Central de la República Dominicana ha estado colaborando en el Consejo Nacional para el Cambio Climático y Mecanismo de Desarrollo limpio en las delegaciones dominicanas en las cumbres sobre cambio climático de Lima en 2014 y París en 2015. Además, hay personal técnico de la institución estudiando las implicaciones del cambio climático en la economía en el largo plazo y colaborando con el diseño de mecanismos de financiamiento climático en foros internacionales. De esta cooperación interinstitucional se esperan productos que se conocerán en el futuro cercano.

viernes, 31 de julio de 2015

El precio del agua debería reflejar su verdadero valor de mercado en la República Dominicana

Por Odalis F. Marte
@ofmarte
Lo primero que se enseña en economía es de la relativa escasez de los bienes y servicios producidos en relación a la gran cantidad de necesidades humanas que estos deben satisfacer. Por esa razón existen los mercados en donde la cantidad de productos ofertados en venta y la cantidad demandada para la compra se equilibran mediante los precios que finalmente los compradores y vendedores acuerdan de manera voluntaria. De este modo, los precios sirven como mecanismo para asignar los recursos en función de su disponibilidad (abundancia o escasez) para servir a las necesidades de la gente. En este sentido, bajo condiciones de relativa libertad de mercado, precios bajos indican abundancia del bien mientras que precios altos denotan escasez.

Dicho esto, el agua es un bien cuyo precio no refleja su relativa escasez en la República Dominicana, más bien, dado su muy bajo precio parecería ser un recurso elevadamente abundante.Pero, lastimosamente, esa no es la realidad. Cabe destacar que me refiero al agua dulce, la que puede ser utilizada para la agricultura y el consumo humano en general.

El agua debería reflejar su verdadero valor de mercado. Su precio no refleja su relativa escasez. No obstante, los hogares y las empresas suelen recibir agua a un precio subsidiado lo cual, combinado con asignaciones presupuestarias que limitan las inversiones necesarias en el sector, entre otras filtraciones habituales de recursos, previenen no sólo una cobertura adecuada del servicio de agua sino que, por el lado de la demanda, existen pocos incentivos para el uso racional del preciado líquido. Es más, una proporción importante de la producción de agua en la República Dominicana se pierde en el proceso de distribución al tiempo que otra proporción se desperdicia en las empresas y hogares usuarios de ese servicio.

El reto de política pública en este caso consiste en lograr un equilibrio entre la capacidad de las entidades productoras de agua para proveer el servicio en cantidad y calidad adecuadas, y los incentivos para el uso racional por parte de los consumidores finales. Este equilibrio implicaría una combinación de mayor asignación de recursos presupuestarios y tecnologías a las entidades productoras de agua, así como valoración adecuada de producto final a precios de mercado. Bajo esta visión de eficiencia de mercado, el Gobierno puede considerar focalizar algún tipo de subvención para los hogares más pobres.