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miércoles, 16 de enero de 2019

Modelo o estrategia de desarrollo económico de República Dominicana: del debate a la acción


Iniciamos el año 2019 con una importante discusión: ¿Deberíamos considerar un cambio de estrategia de desarrollo o ¨modelo¨ económico en la República Dominicana? Por un lado, un grupo de respetados economistas dominicanos critican el hecho de que las altas tasas de crecimiento económico que reporta el país no se reflejen en similar proporción en el bienestar del promedio de los dominicanos, en tanto, que otros economistas de alto nivel argumentan que los problemas de iniquidad social no se corrigen necesariamente cambiando la estrategia de desarrollo sino complementándola con políticas y reformas que faciliten el derrame de la expansión económica hacia los pobres.

En ambas posiciones hay mucha razón. Por un lado, el crecimiento de la economía dominicana ha sido sostenido por muchos años y sus efectos han sido transformadores en nuestra sociedad, lo que ha contribuido a reducir la pobreza monetaria, a elevar el empleo y un conjunto de indicadores socioeconómicos. Pero también es cierto que en este proceso de expansión han salido exponencialmente beneficiados los que más tienen. En efecto, si lo analizamos en términos de la propiedad de los factores de producción, notaremos que, a través de los años, ha sido el capital el factor de la producción que ha cosechado los beneficios del crecimiento de manera exorbitante, en tanto que el factor trabajo ha observado un ¨estancamiento secular¨en los salarios reales desde hace más de dos lustros.

Entonces, dicho esto, ¿que deberíamos hacer? Aquí el debate sigue abierto. Por un lado se plantea un aumento general de salarios nominales que, ante bajas presiones inflacionarias en el corto plazo, ayudaría a elevar los salarios reales. Otros entienden que se trata de un problema estructural que debería corregirse con políticas y reformas de largo plazo incluyendo mayor educación y entrenamiento laboral, mejores oportunidades de acceso al crédito y ambiente de negocios para el desarrollo del emprendimiento, principalmente a pequeña escala, como es el caso de las PYME, en tanto que otros analistas evocan las incumplida Estrategia Nacional de Desarrollo.

¿Quiénes tienen la razón? 

Las políticas públicas pueden combinar un conjunto de estrategias con resultados esperados en el corto, mediano y largo plazo para corregir males sociales y mejorar la calidad de vida de la población de manera permanente. Pero se debe tener claro cuáles son los problemas más importantes a corregir y utilizar una dosis adecuada de ciencia e intuición para mayor probabilidad de certeza en resolver problemas sin crear nuevas situaciones.

Si el problema principal es que en República Dominicana tenemos una sociedad compuesta por quienes lo tienen todo y quienes no tienen nada, lo que sería sistemáticamente reforzado por una economía pujante cuyos beneficios son colectados casi exclusivamente por el capital, entonces valdría la pena estudiar y considerar un conjunto de políticas y reformas económicas e institucionales tendentes a mejorar los salarios reales y facilitar el desarrollo de capacidades laborales y empresariales en la población. Considerando eso, se debe tomar en cuenta la política fiscal, la competitividad en el mercado interno (organización industrial), la política comercial, la política monetaria, entre otras, y nuestras instituciones políticas para analizar qué reformas son viables para mejorar la equidad social en medio de un crecimiento económico sostenido.


Obviamente, ese proceso no sería fácil y requeriría de decisión, visión, liderazgo y acuerdo social en una democracia representativa como la dominicana. 

jueves, 3 de julio de 2014

La Estabilidad social es un elemento básico para el desarrollo

Por Odalis F. Marte
La estabilidad social puede ser entendida como el firme equilibrio entre los diferentes sectores que actúan autónomamente en la vida social, de forma tal que las acciones de un grupo específico en detrimento de otros intereses particulares no puedan producir conflictos en los que potencialmente se lesionen con relativa facilidad los derechos individuales y/o de propiedad. La misma implica una constante armonía en los ámbitos de los quehaceres político, empresarial, sindical, cultural, deportivo, religioso, comunitario, etc.

La base de la estabilidad social está sustentada en las instituciones (la familia, la propiedad, el Estado, etc.), las cuales son entidades de entero crédito que reglamentan y regulan las relaciones humanas en las diferentes áreas de actividad. Estas se establecen por derecho y son legitimadas por la efectividad de su ejercicio.

Uno de los problemas que afectan considerablemente el desarrollo económico, social y hasta mental de una nación es su base político-institucional. Si existen reglas de juego claras, leyes establecidas para prevenir y sancionar violaciones a los derechos individuales así como la autoridad legítima y legalmente establecida para hacer cumplir la Ley e informar sobre la misma entonces habrá un ambiente adecuado para el desarrollo del ingenio empresarial.

El economista y politólogo austríaco-estadounidense Joseph A.Schumpeter (1883-1950) en sus estudios sobre el desarrollo de la economía de mercado habría de concluir que un elemento importante del que depende el desarrollo económico sería la tasa de talento empresarial dispersa en una nación, pero la abundancia o escasez de talento empresarial dependía del ambiente socio-cultural, es decir, de aquellas instituciones que permiten que el ser humano concentre sus esfuerzos en crear nuevas cosas (como nuevos negocios o empresas), innovar (mejorando lo existente), inventar (utilizando la imaginación para producir algo nuevo que resuelva un problema); esas son las instituciones políticas.

                        

El empresario o empresaria que define Schumpeter es un innovador que no necesariamente es motivado por los beneficios que consigue en sus negocios sino por la satisfacción de crear algo (un nuevo producto, una nueva empresa, un cambio tecnológico). El desarrollo se produce cuando los empresarios y empresarias introducen innovaciones que hacen que la productividad salte a un nivel mayor al anteriormente establecido antes de producirse el cambio. El empresario no es necesariamente un capitalista o inversionista: puede ser un inventor, un ejecutivo, artista, etc. Los cambios tecnológicos son aplicaciones de conocimientos científicos y artísticos al mejoramiento de la productividad, pensemos en el arte y la ciencia que se utiliza para producir computadoras, tablets, teléfonos celulares y otros dispositivos móviles, y los programas para que sus aplicaciones mejoren la producción.

Las inversiones de largo plazo – que son las que suelen generar empleos y ocupar el talento empresarial requieren de visión, saber hacia dónde vamos, de que los hombres y las mujeres de negocios puedan estimar con poco margen de error cuál sería su demanda efectiva. Esto es posible cuando existe estabilidad social, lo cual no necesariamente implica falta de evolución o cambio según avanzan los conocimientos humanos. Por lo tanto, emplazamos a los políticos, la sociedad civil y a nosotros mismos a trabajar en pos de crear el ambiente sociocultural adecuado al desarrollo de más empresarios y empresarias que pueblen de negocios e innovaciones nuestra sociedad. Esto lo conseguiremos fortaleciendo nuestra base político-institucional.

jueves, 26 de junio de 2014

Reforma del mercado laboral en la República Dominicana: ¿proteger el empleo o al empleado?

El debate sobre la necesidad de una reforma del mercado laboral en la República Dominicana se ha concentrado en un enfoque legalista y hasta de lucha de clases, obviando contextualizar la discusión en torno a los cambios registrados en la economía mundial luego de la crisis financiera internacional, y los efectos de esa situación sobre economías pequeñas como la dominicana.

La realidad es más compleja de lo que se discute: si el derecho a pago de prestaciones por cesantía debe ser sustituido por un seguro de desempleo... Ciertamente, hay consideraciones de tipo legal que involucran derechos de los trabajadores y de las empresas y que afectan principalmente a los pequeños negocios cuya capacidad financiera les impediría aguantar una demanda laboral poniendo en peligro de quiebra a pymes y arriesgando los puestos de trabajo que emplea.

Desde la perspectiva de una política de marcado de trabajo, se puede puede tener dos enfoques: de protección al trabajador y de protección del trabajo. En países de economías desarrolladas y de pleno empleo se implementaron políticas de protección al trabajador por décadas puesto que sus economías solían generar suficientes empleos para la población en edad de trabajar y sus empresas creaban suficientes ganancias como para repartir mejor sus beneficios. Esto hizo posible un conjunto de "conquistas" en favor de los trabajadores. Como los jóvenes se incorporaban con relativa facilidad al mercado laboral, estos podían cotizar a fondos de pensiones de reparto para pagar el retiro de sus mayores y, si algo faltaba, lo pagaban sus gobiernos hasta tanto pudieron soportar las finanzas públicas.

Luego de la crisis financiera internacional que explotó en la segunda mitad de 2008, convertida en crisis económica que redujo la capacidad de la economía mundial de crecer como en la década previa, la situación ha cambiado. Las economías no generan los empleos de antes, por lo que menos personas encuentran trabajo como sucedía en el pasado, obligando a muchos países a cambiar su enfoque de mercado laboral hacia la protección del trabajo en vez de la protección del trabajador.

Proteger el trabajo no implica necesariamente desproteger al trabajador

Políticas de protección del empleo implican facilitar un marco de flexibilidad en el mercado de manera que las empresas puedan maximizar el uso del factor trabajo, es decir, poder emplear la mayor cantidad de personas y así reducir en desempleo. Bajo este enfoque se entiende que es mejor tener la mayor cantidad posible gente trabajando con menos protección a tener pocos empleados altamente protegidos. No obstante, mayor empleo implicaría, en el largo plazo, mayores salarios lo cual daría bienestar a los trabajadores.

Visto lo anterior, la necesidad de reforma del mercado de trabajo en la República Dominicana se correspondería con un enfoque de política laboral dirigida a proteger el empleo en beneficio de los que no tienen trabajo al tiempo que permitiría que las empresas, principalmente las pequeñas, puedan contratar y despedir con mayor flexibilidad sin arriesgarse a la quiebra por un conflicto laboral.